Para mejorar la
enseñanza y el aprendizaje hay que interrogarse acerca de quien enseña y quien
aprende, así como también de la relación que se da entre ellos: entre quien
lo hace y con quién lo hace. La
diferencia de logros entre un docente y sus alumnos no radica en las técnicas
que utilice sino en los climas emocionales, en los tipos de interacciones que
llevan a ese clima y en las características de las interacciones que ocurren
dentro de ese clima.
La enseñanza no es
una técnica sino una relación y el aprendizaje ocurre en una relación.
Qué se entiende por
aprender?
Distinguimos distintas formas:
1- Aprender como un proceso de incremento de informaciones: la adquisición
y acumulación de informaciones que hacen que alguien sepa muchas cosas.
2- Aprender como memorización: tipo de aprendizaje que – en la práctica –
los docentes y los sistemas de educación esperan que adquieran los alumnos.
Estas estrategias sirven de sostén a otros aprendizajes.
3- Aprender como acción: proceso de incorporación de hechos, destrezas,
competencias y métodos que puede ser utilizados según la necesidad.
4- Aprender como generación de sentido: proceso en el que incorporan
informaciones que se relacionan con otros conceptos ya incorporados y que
profundizan la compresión.
5- Aprender como la reinterpretación de la realidad: proceso en el cual se
reorganizan y se reinterpreta nuestra experiencia del mundo con la
incorporación de nuevas informaciones. Implica la construcción de sentido en
torno a su desarrollo personal y los ámbitos sociales y éticos.
Otra de la
información significativa es el papel de las emociones en la cognición y el
aprendizaje. Las emociones han sido un tema tabú en relación al aula y a nivel escuela
se ha escuchado decir “las emociones se dejan al lado de afuera de la puerta de
la escuela”. El sistema educativo fue diseñado a fin de reprimir y negar las
emociones, convirtiéndose así en una institución intencionada, racionalista y
anti emocional.
En la actualidad se
ha descubierto que las emociones se
encuentran en el centro del aprendizaje y que por ejemplo el estrés y el
miedo afectan el funcionamiento normal de las conexiones neurológicas en el
cerebro dificultando el aprendizaje. Los ambientes tensos, tanto en las
escuelas como en los hogares, atentan contra las capacidades de aprendizaje de
los niños. De igual manera, los ambientes sanos, favorecen el equilibrio
emocional y consecuentemente el aprendizaje.
La regulación es un
factor importante constituyéndose como una competencia emocional. La relación
del alumno con la materia a aprender es emocional: le interesa o no, le gusta o
no, lo afecta o no. A mayor interés, más adecuada resultan las técnicas
constructivistas y humanistas.
El aprendizaje
depende del tipo de relación emocional que el alumno tenga con la materia.
Del lado del
docente en su acción pedagógica intervienen dos aspectos: el cognitivo y el
emocional. Sobre este aspecto de dicha competencia es la capacidad que debe
tener un docente para poder interpretar el mundo interno de los alumnos que se
funda en la observación de lo emocional, gestual, expresivo, responsivo y corporal
y competencia para intervenir los procesos de aprendizaje en el alumno. Esta
capacidad es propia de lo que todos entendemos que es un buen docente.
Si los aprendizajes
dependen de las emociones entonces hay que entender cómo funcionan las
emociones en aprendizaje, no sólo en términos generales sino cómo funciona en
cada alumno, en cada momento. Entender cómo funciona el sistema emocional se
refiere a las emociones como mecanismos de acción (aprendizaje) y de interacción
(pedagogía) y a cómo estas ocurren en un contexto o clima (aula) de trabajo.
Dentro de los
factores que intervienen en el aprendizaje, la variable “clima del aula”
resulta las más importante, ya que explica por qué los alumnos de un aula
aprenden más que los alumnos de otra. Las características del aula no están
referidas a los materiales tales como textos, inmobiliario, edificios o
cantidad de profesores por alumno, sino que se trata del clima emocional del
aula. El concepto de clima emocional refiere a tres variables: tipo de vínculo
entre docente y alumno; tipo de vínculo entre los alumnos y clima que emerge de
esta doble vinculación. La noción de vínculo es la relación recurrente con un cierto nivel de
profundidad en la que se necesita conexión que supone confianza y seguridad. Ambas
emociones hacen posible el aprendizaje, es por ello que el mismo depende del
grado de la conexión.
Sobre esta relación
se identifican cinco tipos de relaciones que conducen a un clima emocional
propicio para el aprendizaje:
- · La relación del docente con la materia: relacionado con la cuestión de la disciplina. La mejor manera de tener disciplina en una clase, es que la materia sea interesante; que desafíe, entretenga, motive y resuene; a la vez que el docente conozca la materia que enseña.
- · La relación del alumno con la materia: la materia que es objeto del aprendizaje dispara emociones, tanto de apertura como de rechazo en los alumnos, ya que si la materia no es transformada en algo que sea del interés y tendientes a la memorización, solo se conseguirá al modo de reforzamiento (Skinner) que los alumnos devuelvan las mismas informaciones sin elaboración.
- · La relación del docente consigo mismo: “Nada importa tanto para el desarrollo de los niños como el que los profesores tomen conciencia de sí mismos” (Claudio Naranjo). La conciencia que tiene el docente respecto de si mismo, que asume un rol facilitador, en tanto en su acción de enseñar el docente proyecta sus pensamientos, experiencia y conocimientos. Sus emociones serán manifestadas desde lo corporal atraves de sus acciones, actitudes y tonalidades; vehiculizando de esta forma el entusiasmo, aburrimiento, cercanía, distancia, confianza o desconfianza.
- · La relación del profesor con el alumno: es la principal relación. Es el proceso de conexión entre profesores y alumnos. Su importancia radica en que el alumno sienta (no piense) que su experiencia es respetada y comprendida por el profesor. Este tipo de docente es el que sabrá reconocer el trasfondo emocional que se encuentran detrás de los alumnos (miedos, rabia, orgullo, disgusto, etc)
- · La relación entre los alumnos: la escuela y el aula son los lugares privilegiados para aprender competencias sociales. Nutrir las relaciones que se establecen entre los alumnos dentro de estos espacios es un propósito de la tarea docente, propiciando un clima de confianza mutua en el aula. Es la pedagogía del hacer las cosas con los alumnos en lugar de ocupar a los alumnos en hacer cosas; aprender juntos es más fácil que aprender en soledad.
El desarrollo de
las competencias emocionales propicia a su vez el desarrollo de la capacidad de
resolver problemas cognitivos. Una educación focalizada en lo emocional es una
garantía en tanto contribuye al desarrollo de competencias sociales y alcanzar
el éxito académico.
Psicopedagogas:
Karina Gallotta
María Pía Scocco
Lorena González
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