miércoles, 28 de diciembre de 2016

EDUCACIÓN DE ADULTOS






Por las Psicopedagogas:
Karina Gallota
María Pía Scocco
Lorena González

Resultan de larga data las discusiones que se generan en relación al sistema educativo y más específicamente a los problemas de aprendizaje que manifiestan los alumnos en general, pero poco se habla de los problemas de la enseñanza.
La propuesta de este ensayo es la de iniciar un camino – sucinto - sobre aquellas cuestiones referidas a la enseñanza y en particular aquella vinculada con los adultos y el perfil del docente que asuma esta labor.
Remitirnos a una definición de adulto nos demandaría, sobre todo en estos tiempos, una discusión más profunda acerca de lo que supone serlo en la actualidad. El hablar de adultos nos invita a mencionar algunas características que lo hacen particular a la hora de iniciar o retomar su trayectoria escolar no encauzada,  tal como lo define Flavia Terigi “trayectorias escolares que siguen el modelo de las trayectorias teóricas pero muchas siguen otro cauce”, en tanto existen variables que afectan el desempeño escolar del alumno. Jóvenes que han desertado del sistema regular de educación por motivos económicos o familiares, madres / padres solteros que son sostén de familia o bien madres, padres que se proponen mejorar su calidad de vida a través de los estudios alumnos con historias de fracasos escolares recurrentes; adultos que asisten a la escuela luego de su jornada laboral, etc, son los que retoman aquello, que por las ya mencionadas razones y muchas más, han dejado pendiente.
Ahora bien, ¿con qué tipo de docentes se encuentran estos adultos? ¿Qué perfil debe tener un docente de adultos? Estos interrogantes nos conducen a manifestar como una primera aseveración que lo heterogéneo es la característica que los define y esto lo podemos ver reflejado en sus diversas designaciones, como por ejemplo: maestro, formador, instructor, comunicador, profesor, gerontólogo educativo, andragogo. Respecto de este último, resulta pertinente la definición que hace la UNESCO  como "la ciencia de la formación del hombre";  en  contraposición al concepto de pedagogía que en su etimología significa “formación del niño”.
Retomando el sentido de las diversas designaciones, éstas no hacen más que revelar las distintas concepciones en torno a lo educativo y su metodología en función de los diferentes objetivos. Por lo tanto, no hablaremos de un proceso único y tendiente a la homogenización de conocimientos o habilidades, que determinen un solo perfil de docente de adulto, dada la existencia de múltiples profesionales que deben especializarse en función de una mejor práctica en la formación de aquellos alumnos.
En este sentido y teniendo en cuenta el variado, complejo y amplio  mundo de contenidos que abarcan el universo educativo, prácticamente imposible de llegar a dominar por un único docente, consideramos pertinente abocarnos a  uno de los ámbitos imprescindibles que hacen a su labor: el ámbito actitudinal. “…es el ámbito actitudinal el mejor marco para configurar una formación de adultos con un sentido pedagógico articulado en torno a las grandes finalidades que persigue la educación de adultos” (Tennant,M; 1991).
Acordamos y consideramos oportuno mencionar la propuesta que hacen los autores Marta Fernández Prieto y Jesús Valverde Berrocoso, sobre este aspecto actitudinal que conforma una  parte del perfil del docente de adultos, clasificándolo en los siguientes ámbitos: Político Socio-comunitario; Ético-moral; Relación interpersonal; Modos de pensamiento; Practico-educativo.
En un intento de dar  respuesta a  la segunda  pregunta que nos formulamos al principio de este ensayo, estas clasificaciones permitirán concluir en lo que resultaría deseable y esperable – a nuestro criterio – como perfil de cualquier docente y especialmente para adultos teniendo en cuenta que desde su accionar, acompañado de una actitud de liderazgo - mas no de autoritaria – promueve una educación en un doble sentido: el de autoconciencia y el de liberación, en tanto se dirija a un cambio de la realidad que puede presentarse devastadora y sin un porvenir, tal como se le presenta a los jóvenes a los que hace referencia Perla Zelmanovich [1] y en los que se corre un doble riesgo, la de equiparar la vulnerabilidad de los niños con la de los adultos y aun peor anteponiendo la propia vulnerabilidad adulta a la del niño-joven.
Una concepción pluralista que reconozca las diversidades y apunte al compromiso individual y social cuyo objetivo sea el de la cooperación y a no hacer “oídos sordos” dejando en la puerta del aula los problemas y las realidades sociales que atraviesan  los alumnos, la importancia del aprendizaje cooperativo, activo y creativo que el docente de adultos debe estimular y construir mediante una atmosfera sana, de respeto, confianza, motivación, cooperación, diálogo y aceptación para que el trabajo docente-alumno y alumno-alumno conduzca a la implicación individual que continúe en la construcción del conocimiento, la búsqueda activa y que además, en lo posible vincule el objeto de estudio con experiencias  de la vida cotidiana que ayuden y faciliten su comprensión y aprehensión,  visión que se vincula directamente con lo ético  y moral en tanto implica respeto y solidaridad por parte del educador hacia su grupo. El  diálogo y la comunicación favorecerán las relaciones interpersonales que, en el marco de la relación asimétrica, contribuirá al desarrollo de una relación empática sirviendo de instrumento de reflexión y enriquecimiento personal. Esta horizontalidad en la comunicación bien podría asociarse con algunas de las ideas de un gran referente en América Latina en educación de adultos como fue Paulo Freire , en las que mencionaba la necesidad de desarrollar una pedagogía de las preguntas, en tanto los profesores tienden a contestar preguntas que los alumnos no han hecho; que enseñar exige saber escuchar y respeto a los saberes de los educandos y finalmente concluir que el profesor  pasa a ser alguien que es enseñado en el dialogo con los alumnos (proceso dialéctico). La capacidad del dialogo, escucha y respeto por las opiniones de los otros posibilitará un intercambio constructivo de criterios  propiciando un clima  para la predisposición positiva del aprendizaje.
Mónica Coronado -psicopedagoga especialista en educación superior- asegura que para lograr esta buena predisposición, es necesario prestar atención a muchas variables y factores condicionantes que se pueden presentar, basándose en 4 ejes fundamentales de la dinámica organizativa de la enseñanza-aprendizaje: La calidad de la organización y diseño; El proceso individual y grupal; La estrategia a corto, medio y largo plazo, aceptando riesgos limitados y El seguimiento y constatación de logros y resultados. Para la autora,  las aptitudes generales de un docente de adultos implican la capacidad de aplicar los conocimientos en la práctica, aprender, actualizarse, comprometerse e  identificar, plantear y resolver problemas.
Sobre estas aptitudes Jaume Trilla[2]   amplía la idea diciendo que el saber es continuo, no estático ni completo, es esencial para que el educador de adultos no lo considere de su exclusiva posesión, sino que aquel se desarrolla en la doble dirección formador – adulto, teniendo en cuenta al adulto y su amplia experiencia de vida como base de sus nuevos conocimientos, procurando que el grado de dependencia axiológica [3]  sea cada vez menor en la medida en que el adulto adquiera mayor autonomía moral frente al docente.
Para concluir, Una actitud de pensamiento flexible y con capacidad de adaptación a los cambios que impone la realidad sumado a una continua actitud de interrogación, constituyéndose como un elemento educativo de primer orden para la formación de la cognición social deberá asumirse como propio del acto pedagógico. Estar atento a la expectativa acerca de lo que los educandos manifiestan en sus discursos como necesidad de aprendizaje, así como procurar un ambiente en la cual el adulto pueda expresarse, rescatar y compartir sus experiencias sin presión de patrones autoritarios. Favorece un clima de respeto hacia el logro de objetivos comunes en grupos. Consideramos por todo lo anteriormente expuesto, que el acto de asumir la enseñanza de adultos implica un doble desafío, ya que deberá ser productivo tanto para el docente en su rol activo, que demanda la mejora y la reconstrucción de su práctica diaria, como para aquellos adultos que, apuestan a que su educación sea la primordial herramienta que simbolizará las llaves que abrirán las puertas, que les permitirá transitar por caminos en pos de una mejor calidad de vida para sí mismos  y para sus prójimos y así alcanzar nuevas metas proyectándose hacia el futuro.

Bibliografía:
Coronado, Mónica (2008) Ampliación, enriquecimiento y consolidación de la práctica profesional. Ed. Noveduc. Buenos Aires
Fernández Prieto, Martha - Valverde Berrocoso, Jesús  (1995) Revista Universitaria de formación del Profesorado. Vol. N° 22 pp. 99-106 WEB: http://www.aufop.com/aufop/uploaded_files/articulos/1269129607.pdf
Freire, Paulo. (2004)  Cartyas a quien pretende enseñar. Siglo XXI Editores Argentina
Tennant Mark Adultez y aprendizaje: enfoques psicológicos, 1ª ed.(01/1991) El Roure Editorial, S.A.
Terigi, Flavia (2012) “Las cronologías del aprendizaje: Un concepto para poder pensar las historias escolares” Jornada de apertura del ciclo lectivo 2010. 23 de febrero 2010. Santa Rosa, La Pampa.
Trilla, Jaume. (1992) El profesor y los valores invertidos. Neutralidad y beligerancia en la educación. Editorial Paidos. Barcelona
 Página web consultada:
 Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura - UNESCO http://www.unesco.org/education/uie/confintea/paris_s.pdf
Diccionario de la Real Academia Española http://www.rae.es/




[1] Perla Zelmanovich en el texto “Contra el Desamparo”
[2] Jaume Trilla Bernet, catedrático de la Facultad de Pedagogía y miembro del grupo de Investigación en Educación Moral (GREM) de la Universidad de Barcelona. Doctor en Pedagogía por dicha Universidad. Autor de diversas publicaciones y director de proyectos de investigación sobre Educación no formal e informal.Ha sido vicepresidente de la División de Ciencias de la Educación de la Universidad de Barcelona desde 1986 hasta 1988.
[3] “GRADO DE DEPENDENCIA AXIOLOGICA” Nivel de autonomía moral del educando respecto al educador, capacidad del primero de deslindar la autoridad del docente de lo que son opiniones personales.

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